TERRINA
DE CALABAZA Y TOMATES
Ingredientes
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½ kilo de calabaza
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50 grs. De manteca
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100 ml de
crema de leche
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sal y pimienta a gusto
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50 grs. De queso parmesano
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3 huevos
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2 tomates
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½ cebolla
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1 diente de ajo
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1 cucharada de aceite de oliva
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albahaca para decorar
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molde de budín inglés
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papel film
Procedimiento
1. Cocinar la
calabaza en el horno 30 ó 40 minutos, hasta que esté tierna. También puede
hacerse en el microondas a potencia máxima, alrededor de 7 u 8 minutos. Retirarla, abrirla al medio, desechar las
semillas y con una cucharada, rescatar la pulpa.
2. Hacer un buen puré
con la pulpa, la manteca, la crema, sal y pimienta y el queso parmesano. Dejar
enfriar. Mezclar el puré con los huevos y reservar.
3. Rociar el molde
con agua, cubrirlo con el papel film y agregar el puré. Cocinar el budín a
bañomaría en horno medio (160ª) durante una hora.
4. Para la fondue de
tomates, pelar los tomates, sacarles las semillas y cortarlos en cubitos
(concassé). Pueden reemplazarse por tomate troceado enlatado, aunque el tomate
fresco se distingue en la preparación. Picar la cebolla y machar el ajo (con
piel)
5. En una sartén
colocar el aceite de oliva con sal y, cuando esté bien caliente, agregar los
tomates. Es importante que el aceite esté bien caliente para darle un shock
térmico al tomate y quitarle la acidez.
Enseguida, sumar la becolla picada y el ago machacado con la piel. Bajar
el fuego y cocinar media hora. Retirar el ajo.
6. Servir la terrina
de calabaza caliente o fría, con la fondue tibia. Decorar con albahaca ( o en
su ausencia, con las hierbas aromáticas y comestibles que se consigan)
Comentario: En España se
utiliza muy poco la calabaza ya que prefieren las patatas. Según cuenta mi
suegra Lola, es un producto que se les daba y da de comer a los cerdos, de modo
que no lo ven demasiado elegante para llevarlo a la mesa. Nosotros, los
latinoamericanos, tenemos una versión más benévola de este producto. Casi desde
que nacemos está incluido en nuestra dieta diaria. Sirve para las primeras
papillas de los bebés, para los enfermos, para los que como yo, siempre tuvimos
que hacer dieta o al menos lo intentamos desde el pensamiento. Nuestro paladar
está más que acostumbrado a su sabor y su textura, de modo que ahora que
estamos viviendo en esta península con Lucía, pagamos por un trocito de
calabaza en el supermercado, un precio que excede lo que se ofrece. En estos
días, Chema está llevando una pequeña huerta en el patio de la casa de Lola con
muchísimo entusiasmo. Y aquí en casa, ya tenemos preparados los plantines con
las semillas de las calabazas que compramos y consumimos ávidamente, para luego
transplantarlos al huerto. Los tres, Lucía, Chema y yo, vemos expectantes cómo
están creciendo en la cocina en terrarios pequeños. Si llega luego a brotar
todo lo que hay preparado, tendremos calabazas como para salir a vender por los
pueblos vecinos!!!!!